El turrón es uno de los dulces navideños más emblemáticos de España, un manjar que evoca la calidez de los hogares y el espíritu de las festividades. Su historia está entrelazada con la riqueza cultural de la Península Ibérica, y, aunque su arraigo se asocia principalmente la España peninsular, en las Islas Canarias también se ha convertido en una tradición propia.
En este artículo exploraremos el origen del turrón, su evolución a lo largo de los siglos y cómo Canarias, con su particular idiosincrasia, lo ha incorporado a sus costumbres, con algunas curiosas anécdotas locales.
Para rastrear los orígenes del turrón, debemos remontarnos a la época de Al-Ándalus. Se cree que los árabes introdujeron en la Península Ibérica la técnica de mezclar miel, almendras y otros frutos secos para crear dulces energéticos y duraderos, ideales para los viajes largos por el desierto. Estos dulces, que tienen similitudes con productos como el halva del Medio Oriente, evolucionaron en España para convertirse en lo que hoy conocemos como turrón.
Las primeras referencias documentales al turrón aparecen en el siglo XV, específicamente en textos valencianos. En esta región, y particularmente en la ciudad de Jijona (Alicante), se perfeccionó la receta del turrón, dándole las dos variedades más clásicas: el turrón de Jijona, blando y cremoso, y el de Alicante, duro y crujiente.
Aunque nació como un alimento nutritivo para el día a día, el turrón pronto se vinculó a las festividades navideñas. Este cambio puede atribuirse a su carácter de lujo: en épocas pasadas, las almendras y la miel eran productos caros, por lo que el turrón se reservaba para ocasiones especiales. En el siglo XVI, ya era un elemento indispensable en las mesas navideñas de la nobleza española y, con el tiempo, esta costumbre se extendió a todas las clases sociales.
Con la conquista de Canarias en el siglo XV y su integración en la Corona de Castilla, muchos productos y tradiciones de la Península llegaron al archipiélago, incluyendo el turrón. Sin embargo, en las islas, este dulce encontró un nuevo escenario, adaptándose a las particularidades locales.
En Canarias, la receta tradicional del turrón incorporó ingredientes autóctonos como las almendras de Gran Canaria o la miel de palma de La Gomera. Además, se le dio un toque propio al añadir sabores como el gofio o incluso el plátano, buscando vincular el producto con la identidad isleña. Hoy en día, el turrón es parte esencial de las navidades canarias, y aún pueden encontrarse familias en las medianías y entornos rurales que mantienen la tradición de prepararlo artesanalmente.
En San Cristóbal de La Laguna, una ciudad con un profundo arraigo histórico, se cuenta que a finales del siglo XIX un maestro pastelero proveniente de la Península decidió instalarse en la isla para difundir las recetas tradicionales de su tierra. Este artesano introdujo el turrón de Jijona y, según relatan algunos vecinos, se ganó el aprecio del pueblo al adaptar la receta a los ingredientes locales. Fue este pastelero quien comenzó a utilizar miel de flores canarias, lo que añadió un aroma y un sabor únicos que enamoraron a la población.
Aún se discute, de los primeros pasteleros asentados en la Ciudad del Adelantado, quién fue realmente ese primer elaborador del turrón en la ciudad, pero en lo que sí hay acuerdo es en la época en la que el turrón llega y se asienta en nuestra ciudad.
Con el tiempo, esta tradición se expandió por Tenerife y en la actualidad. Algunas pastelerías laguneras, como López Echeto, siguen elaborando turrones siguiendo métodos que recuerdan a los de aquellos primeros maestros, como nuestro abuelo, mezclando innovación y respeto por la tradición.
Aunque las recetas clásicas de Jijona y Alicante siguen siendo las más populares, el turrón ha experimentado una evolución notable en los últimos años. Hoy en día, las pastelerías artesanales, como las de López Echeto en La Laguna, Santa Cruz y San Isidro, ofrecen una amplia gama de sabores.
En Canarias, esta creatividad ha ido de la mano con la búsqueda de identidad local. Además de los turrones de gofio o miel de palma, también es común encontrar versiones que incluyen ron miel, un licor típico de las islas, o incluso almogrote, una receta tradicional de La Gomera, que aunque pueda parecer extravagante, resulta en un equilibrio perfecto entre dulce y salado.
Una curiosa relación entre el turrón y las festividades canarias ocurre durante las romerías, donde los vendedores ambulantes suelen ofrecer pequeñas tabletas de turrón como recuerdo. Estos turrones de romería están íntimamente emparentados con el turrón navideño, si bien su presentación es diferente.
Aunque estas romerías no coinciden con la Navidad, este dulce siempre está presente, reflejando su aceptación universal y su importancia en la cultura isleña.
En La Laguna, durante la Navidad, es tradición visitar el casco histórico y disfrutar de las luces festivas mientras se degustan productos típicos como el turrón artesanal. Las pastelerías locales, como López Echeto, con su atención al detalle y su uso de ingredientes de calidad, se convierten en paradas obligatorias para los laguneros y visitantes.
El turrón es mucho más que un simple dulce; es un símbolo de la identidad española y canaria, un puente entre culturas y una expresión de la creatividad culinaria. Desde sus humildes orígenes como alimento práctico para los árabes hasta convertirse en un elemento imprescindible de la Navidad, este manjar ha evolucionado y se ha adaptado a cada región, llevando consigo siglos de historia y tradición.
En Canarias, y particularmente en La Laguna, el turrón no solo es un dulce navideño, sino también una conexión con las raíces y un homenaje a la capacidad de las islas para integrar y enriquecer las tradiciones que llegan de fuera. López Echeto, al elaborar turrones artesanales, no solo preservan esta historia, sino que también la reinventa, añadiendo sabores únicos que convierten cada bocado en una experiencia inolvidable.
Así que, estas navidades, al disfrutar de un turrón artesanal, ya sea de miel, almendras, gofio o ron miel, recuerda que estás saboreando un pedazo de historia que ha viajado por siglos y mares para llegar a tu mesa.
¡Feliz Navidad y buen provecho!
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