San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife, es una ciudad que respira historia en cada esquina. Una historia que si bien ya ha perdido sus rastros anteriores a la construcción de la ciudad, se remontan a épocas pretéritas.
Poco se conoce de los sabores dulces que los antiguos guanches, los habitantes originarios de Tenerife, pero cuyo denominación se ha generalizado a toda Canarias, y que pudieron llegar a disfrutar hace más de cinco siglos.
Y aunque los registros documentales son limitados, estudios arqueológicos y etnográficos ofrecen pistas muy interesantes sobre los hábitos culinarios prehispánicos en Canarias, incluyendo los hábitos dulces y de potencial pastelería.
O lo que sería una pre-pastelería.
Desde la miel de palma hasta los higos de higuera, exploraremos lo que se sabe de los dulces que pudieron deleitar a los guanches.
Una de las fuentes de dulzor más accesibles para nuestros ancestros aborígenes era la miel de palma, un producto obtenido a partir de la savia de la palmera canaria, endémica de las islas.
Este proceso, que aún se conserva en algunas zonas de Canarias, requiere gran habilidad para extraer y concentrar el jugo hasta obtener un jarabe dulce y denso.
Aunque la miel de palma no era exclusiva de Tenerife, las palmeras eran un recurso importante en la isla, y no sería raro pensar que esta miel pudo ser un dulce natural de gran aprecio para los guanches.
La isla de La Gomera, sin embargo, ha sido la que ha mantenido esta tradición en el archipiélago y hoy en día es un producto codiciado y costoso, no solo por el proceso de obtención y elaboración, sino por la gran demanda que existe y la poca producción que se puede hacer.
Los higos de la higuera común (Ficus carica), señalando a lo que nos referimos para no confundirlo con el higo pico o higo chumbo o higo de tuna, según dónde estemos, es el fruto de una planta originaria del Mediterráneo, ampliamente conocida en el norte de África, y que ya eran accesibles en Canarias antes de la colonización española, por lo que es muy probable que los guanches los conocieran y disfrutaran.
No sucede así con los higos de las pencas tuneras, ya que éstos procedían de América y no llegaron a las islas hasta después de la conquista y colonización cuando los canarios retornados de América trajeron las primeras plantas.
Al ser una fruta dulce y fácil de recolectar, y seguimos hablando del higo de higuera, en ciertos meses del año, eran una fuente natural de energía y sabor.
Se cree que los guanches podían secarlos para prolongar su conservación, obteniendo así un dulce natural concentrado para consumir en otras estaciones. Una técnica que muy probablemente llegó con ellos, al igual que el conocimiento de la ganadería caprina o el gofio.
Este hecho es un reflejo de las antiguas rutas de conexión entre el norte de África y Canarias, que habrían permitido la llegada de la higuera común.
A diferencia de los higos chumbos, que llegaron tras la conquista española, los higos de higuera formaban parte del entorno natural y cultural guanche, dando lugar a un dulce accesible que aún hoy sigue siendo popular en las islas.
Tras la conquista y colonización, la variedad de plantas creció por la importación de nuevos plantones que se cultivaron por todas las islas, en prácticamente todo tipo de ambientes y terrenos.
El gofio, un alimento que ha perdurado a lo largo de la historia canaria, era también fundamental en la dieta de los guanches.
Aunque su uso original era principalmente como fuente de energía básica, mezclado con miel de palma o frutas, el gofio podría haberse convertido en una especie de pastel rudimentario.
Aún hoy en día, el gofio mezclado con miel y otros ingredientes es una forma típica de disfrutar un postre tradicional.
Este uso ancestral del gofio como un tipo de “dulce” podría ser la base de muchos postres que hoy identificamos como canarios.
Los guanches también tenían acceso a hierbas aromáticas y plantas endémicas que, aunque no fueran dulces en sí mismas, pudieron aportar sabores y fragancias a sus platos.
lantas como el tomillo canario, el poleo y otras especies locales eran parte de su entorno y podrían haber influido en la creación de mezclas alimentarias que incluyeran sabores dulces y naturales.
Estas plantas aportaban un toque diferente, que posiblemente complementara el uso de frutas o miel, creando combinaciones sencillas pero con gran valor cultural.
Aunque parece haberse concluido de manera fehaciente que los guanches no disponían de pastelerías ni recetas de repostería como las conocemos hoy, el amor por los sabores dulces es una constante a lo largo de la historia humana.
Con frutas autóctonas como el higo de higuera, miel de palma y el gofio, nuestros ancestros lograron crear sus propias formas de dulzura.
Hoy en día, reinterpretamos estos sabores en nuestros postres y dulces, y en nuestra pastelería en La Laguna, nos enorgullece conectar cada bocado con los sabores de nuestra historia, recordando a quienes disfrutaron de estos placeres sencillos y auténticos hace siglos.
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